Carta de uno de los argentinos rebeldes del 2001 para los indignados del 2011
Por un rebelde argentino del 2001 - Saturday, May. 28, 2011 at 10:31 PMNo seré el primero ni el último que haga el paralelismo entre la Argentina del 2001/2002 y la España de 2010/2011. Como participante de la rebelión del “que se vayan todos” en mi país y como alguien que nutrió el subsiguiente movimiento de las asambleas populares sigo con entusiasmo lo que está pasando allí. En todos estos años he reflexionado sobre nuestras propias jornadas y cómo podríamos haber hecho las cosas distinto. Ahora veo una ocasión para transmitir esas opiniones, porque creo que son importantes. Así que, aquí van: 1) El cambio radical de la sociedad no será mañana, será generacional. Nosotros estábamos en una marea donde pensábamos que la inestabilidad del régimen se debía principalmente a la influencia de nuestras movilizaciones, cuando también jugaron un gran papel los conflictos entre las mismas facciones de la clase dominante. El consejo que puedo dar en este sentido es que no se desgasten demasiado con manifestaciones y medidas de fuerza para lograr sus cuatro objetivos. Estos requerirán de un cambio cultural que tomará tiempo, no podrán imponerse por la movilización en el corto plazo. Entiendo que una opinión como la de arriba puede resultar impopular en este momento, pero es lo que he sacado como conclusión de mi propia experiencia. 2) De la misma manera en que no hay que poner todas las expectativas en lograr los cuatro objetivos en el corto plazo mediante movilizaciones, yo diría que, si bien los tengan como estandartes, no se conviertan en un movimiento especializado en objetivos generales y profundos. Los procesos asamblearios populares, por más que hayan surgido de un conflicto particular y aspiren hacia un gran objetivo general, también pueden aprovecharse para abarcar otros problemas particulares y más cotidianos. Lo que lleva al punto siguiente. 3) Háganse fuertes en sus municipios y barrios, no apuesten todo a la movilización centralizada. El poder ya está listo para eso; ellos pueden derrotar a una Comuna de París (de Madrid, en este caso), pero un movimiento de comunas que se extienda y arraigue por todo el país ya es otra cosa. Además, en los municipios se cuenta con una correlación de fuerzas distinta, pudiéndose aprovechar incluso los conflictos existentes entre los distintos partidos gobernantes y los distintos niveles del gobierno. En cambio cuando un movimiento popular apunta al Estado nacional, la clase dominante y todo su aparato mediático, político y represivo se abroquela y se convierte en un enemigo al que no puede vencerse de un solo golpe desde una sola dirección. 4) Si este movimiento cristaliza en asambleas populares estables en todas las ciudades y pueblos, eso cambiará la realidad del país de manera mucho más profunda que una manifestación en Madrid de un millón de personas. Es el paso necesario para acercar el movimiento a la gente que hasta ahora no ha participado de él, si bien lo mira con simpatía. El cambio de la estructura socio-económica y del régimen político son los objetivos de máxima, pero la masa crítica existente hoy no es suficiente para alcanzarlos en el corto plazo; sí es suficiente para promover cambios en la vida cotidiana y en las unidades poblaciones más básicas. En vez de gastar energías en lograr lo que hoy es imposible, hay que invertirlas en lograr lo posible. En vez de gastarlas en convencer a la gran mayoría de la necesidad de un cambio de civilización, gastarlas en sumar a la gran mayoría para cambios sociales de medio alcance. 5) Sobre los partidos políticos, en especial los de izquierdas. Aquí tuvimos una mala experiencia con ellos. En vez de sumarse a nuestro movimiento, vinieron para cooptarlo y dirigirlo, y con su competencia fratricida entre ellos para lograr ese fin restaron mucho más de lo que sumaron, siendo cómplices del desgaste, la división y la desaparición de varias asambleas populares. Porque, lamentablemente, en estos momentos las dirigencias de la extrema izquierda se comportan como extrema izquierda del sistema, ya que sus esquemas de pensamiento no conciben que no exista división entre dirigentes y dirigidos, y por ello en vez de contribuir a la autonomía del movimiento tratan de dominarlo. Sin embargo, el rechazo de plano a la participación de los partidos en el movimiento no es la solución. Estos sectores tienen experiencia que el movimiento puede aprovechar, y entre quienes los integran hay muchas personas luchadoras y con buenas intenciones. Hay que ganarlas al movimiento, y esto se hace fortaleciendo la autonomía del mismo. 6) Para prevenir y desactivar cualquier maniobra que planee horadar la integridad del movimiento lo mejor es proteger el funcionamiento democrático directo o por sistema de delegados revocables, siempre intentando buscar un consenso antes que resolver cuestiones mediante el voto. Hay que mantener un balance entre hacer respetar estas normas de funcionamiento, de manera de evitar maniobras antidemocráticas, pero sin llegar a convertirlas en una traba burocrática, pues la misión de todo tipo de organización es servir de vehículo a la cooperación entre individuos. La forma debe adaptarse al contenido. 7) Es preferible establecer redes de grupos de trabajo que las clásicas asambleas masivas que requieren de mucho esfuerzo para organizarse y que siempre pueden ser manipuladas o saboteadas. En los grupos menores de gente que realiza una tarea conjunta, hay más oportunidad de promover la participación, las personas se conocen más de cerca, y es más fácil que queden expuestos los infiltrados o las personas con segundas intenciones. 8) Sobre los medios de comunicación. Con denunciarlos como parte del poder y no querer ninguna relación con ellos no basta, es necesario crear redes de comunicación propias a partir de las cuales el mensaje del movimiento llegue de manera clara y directa al pueblo. Como dicen los Indymedias, que cada persona sea un corresponsal, y “don’t hate the media, BE the media”. Aunque puede ser que este punto esté de más, no está mal reiterarlo. 9) En el interior de todo movimiento popular como éste hay una riqueza humana casi ilimitada, de la que todo individuo activo se enriquece por el sólo hecho de relacionarse, en un ambiente de camaradería, con gente que antes no conocía, y al mismo tiempo desarrollar capacidades que él ni sabía que tenía. Para promover y afianzar este proceso, para consolidar la irreversibilidad del salto de conciencia en los individuos que componen el movimiento, nada mejor que actividades culturales y encuentros para discutir y enseñar los temas más variados. Cada individuo tiene algo de valor para aportar a su comunidad y este tipo de circunstancias favorece esa tendencia a compartir experiencia, sabiduría, conocimiento y habilidades. Esta es la actividad positiva que es siempre un ganar-ganar, ya que no debe realizarse en lucha contra el poder. Espero que estos puntos sean vistos como lo que son, opiniones de alguien que ha pasado por un proceso similar al que están pasando ustedes ahora. Están inspiradas por una aspiración a que este tipo de movimientos se profundicen y proliferen por todo el mundo, para que eventualmente lleven a una revolución mundial que refunde la civilización humana sobre nuevas bases. Espero que los puedan encontrar útiles y les deseo lo mejor.Segunda carta de un rebelde argentino del 2001 a los indignados del 2011
Por rebelde del 2001 - Monday, May. 30, 2011 at 10:41 PMEn esta segunda carta, siempre remitiéndome a mi experiencia en el movimiento asambleario argentino surgido en las jornadas de diciembre del 2001, hago algunas recomendaciones más específicas sobre cómo el movimiento puede nutrirse del anarquismo y el marxismo, y cuidarse de aquellos elementos que, en el nombre de esas corrientes, no tienen las mejores intenciones. 1) Sobre los anarquistas y los marxistas. Los anarquistas siempre han sostenido como valores, y muchas veces como prácticas, la democracia asamblearia y la autogestión. Entre los anarquistas que comprendan la importancia histórica de este movimiento y se vuelquen a nutrirlo sin pretender dirigirlo ni hegemonizarlo ideológicamente, encontrarán compañeros valiosos de los cuales aprender mucho. También lo encontrarán en aquellos marxistas que prioricen el desarrollo autónomo del movimiento por encima de las simpatías o la afiliación que tengan por algún partido o grupo. Hay, sin embargo, dos clases de personas que se reclaman revolucionarias y no tienen las mejores intenciones hacia el movimiento. 2) Sobre los nihilistas. Los nihilistas son autodenominados anarquistas que en vez de activar por la construcción de la autonomía individual y el poder popular, sólo piensan en fomentar el odio contra los capitalistas y el Estado, y en fomentar y llevar a cabo acciones violentas que vehiculicen este odio. De esta gente, lamentablemente, no se puede aprender más que en forma negativa. Se puede aprender cómo NO hacer política, cómo NO atacar al enemigo, cómo NO relacionarnos entre nosotros. Los nihilistas no sólo no serán compañeros del movimiento, sino que lo vituperarán porque sus objetivos y sus métodos no son los que ellos consideran “realmente revolucionarios”. En vez de trabajar desde adentro, participando y haciendo propuestas para superar las limitaciones y obstáculos del movimiento, harán ultimátums desde afuera. Aprovecharán todas las vacilaciones, indefiniciones y errores del movimiento (que son inevitables en todo movimiento real y además joven) como una oportunidad para fundamentar su posición sectaria respecto a él. Pero no lo tomen como algo personal ni dejen que el árbol nihilista les tape el bosque del anarquismo; estas personas hacen lo que hacen porque tanto su práctica como en su teoría priorizan el odio a los opresores y el rechazo a la sociedad actual por encima del amor a la humanidad y la construcción de una sociedad libre. Eso es lo que pasa cuando la motivación proviene únicamente del odio. Por suerte, esta gente son una ínfima minoría, pues su misma praxis los lleva a aislarse en ghettos creados por ellos mismos. Sin embargo, el mayor peligro que pueden aportar es, presentándose como LOS anarquistas, ensuciar el nombre del anarquismo o, de manera antidemocrática, realizar acciones funcionales a la represión policial y que dan fundamento a la calumnia del PPSOE y de los mass media hacia el movimiento. 3) Sobre los leninistas. Entre los partidos de izquierda existen algunos que se reclaman marxistas y leninistas. Sean troskistas, stalinistas, maoístas, bordiguistas (el bordiguismo es definido como la corriente marxista que se reclama de las tesis y posiciones políticas defendidas por Amadeo Bordiga (1889 - 1970) en el movimiento comunista internacional. De 1912 a 1926 la acción militante y el pensamiento político de Amadeo Bordiga encarnaron la lucha del marxismo revolucionario en Italia), o cualquier otra variante, comparten la visión jerárquica de la sociedad y de la política que tiene la clase dominante. Los movimientos populares no son, para ellos, más que el ejército del cual ellos deben ser el estado mayor. Según su concepción de la política, no hay otra alternativa más que dirigir o ser dirigido, gobernar o ser gobernado. Aunque no lo digan abiertamente (sí lo piensan y se puede observar estudiando su teoría), ellos piensan que “por sí solo” el movimiento nunca pasará de reivindicaciones mínimas, nunca hará una crítica revolucionaria de la sociedad,nunca podrá construir una alternativa de poder. Aun a pesar de que es obvio que este y muchos otros movimientos populares en la historia han desmentido estos esquemas, ellos siempre encontrarán las limitaciones prácticas y teóricas existentes (inevitables pero superables) como excusa para su “intervención” como vanguardias autoproclamadas; es decir, para justificar su competencia junto con otros grupos similares por ganar espacios de autoridad y hegemonía (organizativa, moral, ideológica) dentro del movimiento. Esta competencia la desarrollarán, si se les permite, hasta la destrucción misma del movimiento, pues en la versión más extrema de la política dirigista, espacio que no puede cooptarse es mejor romperlo. 4) Estas advertencias contra nihilistas y leninistas no tienen que promover una paranoia contra todo lo que huela a anarquismo y marxismo. Con que la mayoría de los que participan en el movimiento respete y haga respetar los principios democráticos y de autonomía, bastará para que los elementos autoritarios y destructivos pierdan interés en el movimiento o sean decantados, e incluso se podrá ganar a los elementos valiosos que realmente quieren aportar al movimiento su conocimiento, trabajo y experiencia. Como postdata hago una aclaración de a quienes escribo estas cartas. No las escribo a los marxistas y anarquistas que están en el movimiento y saben mucho mejor que lo que yo pueda saber qué es lo necesario y lo posible hacer. Mucho menos se las escribo a los nihilistas y leninistas que verán en mí a otro “contrarrevolucionario”, “pequeñoburgués”, etc. Se las escribo a las personas que recién empiezan en todo esto, que están motivadas por la indignación contra este sistema y es muy posible que ésta sea su primera experiencia política.Son cartas que me escribiría al mí mismo de hace 10 años, pues esas eran mis circunstancias. Espero que les sirvan